Apatía:
La apatía aparece cuando la gente pierde interés, o cuando se siente tan impotente que no intenta cambiar las cosas, encauzar lo que va mal, corregir los errores o mejorar las condiciones. A veces, la gente se siente tan incapaz de conseguir algo que envidian a sus familiares o vecinos de comunidad que lo intentan. Entonces procuran forzar a los que lo intentan a su propio nivel de pobreza. La apatía conduce a la apatía.
A veces la apatía se justifica con preceptos religiosos, «acepta lo que hay, porque Dios ha decidido tu destino». Este fatalismo puede ser utilizado como excusa. Está bien creer en que Dios decide nuestro sino, puesto que si aceptamos que Dios lo determine, tendríamos que estar motivados para mejorar. «A Dios rogando, y con el mazo dando» es un proverbio que demuestra que estamos en las manos de Dios, pero también tenemos la responsabilidad de ayudarnos a nosotros mismo.
Hemos sido creados con muchas capacidades: la de elegir, cooperar, organizar y mejorar nuestra calidad de vida; no podemos utilizar a Dios o a Alá como excusa para no hacer nada. Esto es tan malo como maldecir a Dios. Debemos alabar a Dios y utilizar los talentos que él nos ha dado.
En la lucha contra la pobreza, el activista utiliza el estímulo y los elogios, para que la gente (1) quiera y (2) aprenda cómo tomar las riendas de su propia vida.
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